domingo, 12 de junio de 2011

El Yanki y la Cubana

Tres
Él Cree en la estatua de la libertad.



El viaje en avión y la media hora en autobús no disminuyeron su entusiasmo, aquellos auriculares en sus oídos repetían constantemente las mismas explicaciones - good morning - buenos días -, dos semanas tras su determinante decisión de dejarlo todo y marcharse a conocer nuevas culturas era un proyecto de año sabático en el que su mp3 era la única compañía. Sus padres habían dejado de dirigirle la palabra y sus días en el campus mientras terminaba sus últimos exámenes Christi se había encargado personalmente de que todos los estudiantes conociesen aquella afrenta familiar. La estúpida decisión, a su parecer, que había tomado John de dejarlo todo y marcharse a “conocer el mundo” como en vano intentaba explicar él, era para todos en aquella facultad, poco menos que una locura, además de una tontería que arruinaría como no podía ser menos la prometedora carrera de un más que brillante abogado de proyección de futuro.

- Muchas gracias – dijo orgulloso de sí mismo cuando sonrió con aquella boca repleta de resplandecientes dientes blancos a la azafata de aquella aerolínea mexicana – de nada – respondió la muchacha sorprendida de ver un gringo que se molestase siquiera en hablar su idioma. Años atrás, en su vida cauterizada de sensaciones nuevas, el cúmulo de sentimientos que le hacían estar vivo había desaparecido. John era un hombre sediento de sueños y de experiencias nuevas y ahora las tenía todas de golpe y de frente. El aeropuerto no era nada parecido a lo que en su país podía considerarse como un lugar aceptable para los turistas, aun así estaba repleto de gente de todas las latitudes. Una mochila terciada a su espalda era su único equipaje, las camisetas y los vaqueros sustituían su sobrio traje de diario, los cabellos sueltos libres de gomina y sus ganas de vivir colmando sus ojos brillantes eran la muestra inequívoca de que allí nacía un hombre nuevo. El camino a Yucatán era bastante pintoresco, nada preparaba a los norteamericanos para el mundo más allá de sus fronteras. El tío Sam jamás les contó a sus súbditos la hermosura de las plantas que crecían de forma prácticamente salvaje por todos lados en ese país que era sinceramente enorme. Los formales profesores de UCLA tampoco hablaban del encanto de aquellas gentes, solo se esforzaban en contarles a los alumnos los beneficios de vivir en la tierra de las libertades. En otros lugares como este que él visitaba, la pobreza era un demonio devorador de personas, todo era viejo, todo parecía sacado de un libro de historia natural y todo era descomunalmente grande, los vehículos que ensordecían a los no acostumbrados al estruendo, eran tan sumamente enormes que a fuerza su consumo de carburante era totalmente desmedido. En esos pensamientos descubría John que su mente americana estaba jugándole malas pasadas, pensaba en cómo ser más operativo, más funcional y más productivo, él había sido bien aleccionado para ser quien tenía que ser, o mejor dicho quien tendría que haber sido. En ese momento y no en otro descubría a un grupo de niños jugando al futbol, algunos de ellos vestidos con unas viejas camisetas de un equipo español. Los delgados mulatos corrían de un lado para el otro tras de una raída pelota a la que ya no se le distinguían los tacos. Lo que más llamó la atención de John no era la falta de equipamiento, lo enclenque de sus anatomías y ni siquiera la habilidad que, algunos de aquellos jóvenes, tenían a la hora de jugar al soccer, lo que llamó poderosamente su atención era la felicidad y la sonrisa que tenían en sus rostros. Miró en todas las direcciones que le fue posible en aquel andén en el que esperaba el autobús y la gente sonreía, charlaban alegremente y movían sus manos en grandes aspavientos. Entones supo que su decisión era más que acertada, aquel cambio de rumbo podría contribuir a que su vida fuese más que una simple pieza de un puzzle americano y quien sabe, quizás hasta podría ser feliz.

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Napoleón I (1769-1821)
Napoleón Bonaparte. Emperador francés.

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Granada, Andalucía, Spain
Nacido el 5 de septiembre de 1979 en Carúpano (Venezuela) Hijo de Canarios emigrados a latino-américa estudió arte dramático en una de las más prestigiosas fundaciones teatrales del oriente de ese país, donde fue colaborador del programa “La hora Canaria” de Radio Monagas. A su llegada a España en 2000 continuó su camino por la radio canaria conduciendo junto a Nieves Luz González y Laura Fernández en el programa “Protagonistas” de Onda Cero Isla Bonita Radio en la isla de La Palma, dos años más tarde presenta el programa “Tagoror” de las mañanas de Radio Gigante junto a Manuel Jiménez y Aida Herrera en la isla de Tenerife. En el año 2004 publica su obra Hoy me queda de ti (Ediciones Alternativas), libro de poemas con un significativo anhelo por la tierra dejada atrás. En 2010, tras seis años apartado de las letras, edita De cuando los Dragones bailaban con las Sirenas (CVA Ediciones), nuevo poemario que se desliza a través de una fábula épica rendida al amor en todas sus consecuencias. Es también en este año cuando toma la alternativa a la narrativa de manos de un proyecto ambicioso.